Hace 8 meses di por terminada mi vida laboral en una empresa privada en la que estuve por 9 años, en la que aprendí muchísimo, en la que definitivamente me reté, conocí personas excepcionales, así como otras no tan chéveres, como en todas partes. Y un día tomé el valor que me había faltado antes y renuncié para trabajar en mi sueño, ese que despertó con el nacimiento de Samu, y que me llenaba de emoción, pero también de miedo.
Durante mucho tiempo creí que estar en un cargo estable en una compañía, una buena compañía porque no tengo de qué quejarme, me hacía feliz y era una locura renunciar a eso; pensé que emprender era para algunos y que yo definitivamente no estaba hecha para eso; la incertidumbre, el no tener ese salario fijo, las redes, en fin, nada que se pareciera a mí.
de sentir tanto miedo, pero hacerlo así; de ponerle la cara a la incertidumbre,
Y hoy, luego de una tercera reunión con Manu, Naty y Cami, el súper equipo de Natalia Correa Social, y de ver mi sueño reflejado en ideas de nombres y logos, lloré de felicidad, de haber tomado esta decisión, de sentir tanto miedo, pero hacerlo así; de ponerle la cara a la incertidumbre, de haber cambiado mi forma de vivir y de haber llevado a mi familia a lo mismo, de pensar realmente si lo que me voy a gastar es necesario o es un capricho. Hoy veo mi sueño materializado, con tres personas detrás soportándolo, y muchas otras detrás soportándome en estos meses de angustias y miedos. Falta mucho, nadie me conoce, pero definitivamente van a conocer a otra Luisa, ¡¡¡a una que de verdad vive feliz!!!