Antes de que Samu naciera, empecé la búsqueda del pediatra, pero lo que no sabía era que iba a cambiar 3 veces antes de encontrar el profesional que definitivamente lo seguiría acompañando en su crecimiento. Ya les cuento qué pasó…
Primer intento...
Durante el embarazo visité unos 3 pediatras para conocerlos y generar ese “feeling” que me decían que debía haber entre padres (sobre todo la mamá) y especialista, y me decidí por la pediatra 1 (no voy a poner nombres para no generar controversia).
En la cita prenatal me habló de esos primeros cuidados del bebé y me entregó una caja de tarros de preparado de fórmula especial para recién nacidos, por si mi bebé quedaba con hambre. Si hubiera sabido lo que ahora se de lactancia, hubiera salido corriendo en ese mismo instante.
Si hubiera sabido lo que ahora se de lactancia, hubiera salido corriendo en ese mismo instante.
Nació Samu, prematuro, y yo enloquecida porque en la clínica le daban fórmula para que se le nivelara la glucosa; hasta que llegó mi asesora de lactancia salvadora y logramos salir. Los controles de los primeros 3 meses iban muy bien, hasta que empezamos a hablar de alimentación complementaria.
Cuando le hablé de BLW (Baby Led Weaning) me dijo que lo mejor era que le diera sopas con carne + papas + verduras licuadas para evitar que se ahogara. Ahí empecé a dudar de qué tan actualizada estaba y se dio el primer cambio.
¿Será que el segundo sí es?
Llegué donde la pediatra 2 y en la primera consulta me fue muy bien, conocedora de BLW, y salí contenta. Pero en la segunda consulta, donde le pregunté por una incomodidad que veía en Samu en su boca, ni siquiera lo miró, no lo determinó.
Y yo si tenía y tengo claro que mi hijo no es un número más, así que o lo trataba como una persona o simplemente no era la pediatra para él. Y no volví. Así, que regresé a la 1.
Regreso al inicio...
Aun no era tiempo de iniciar la alimentación complementaria y Samu estaba con lactancia materna exclusiva, pero tenía cierta incomodidad con su sistema digestivo. Diagnóstico: alergia a la proteína de la leche de vaca (la alergia más sobre diagnosticada del momento); tratamiento: mamá debe dejar los lácteos; y así hice, cero lácteos por, por lo menos, 3 semanas.
Pero a las 3 semanas todo seguía igual y a ella sólo se le ocurrió decirme que debía quitarle la leche materna. ¿Queeeeeé? Hasta ese momento llegué con ella, y empezó mi búsqueda de un especialista pro-lactancia.
Por fin...
Después de mucho buscar, la encontré, Diana Arocha (publicidad no pagada). Trata a los niños como personas, los conoce, les conversa, les cuenta qué va a hacer, los reconoce y los respeta. Es pro-lactancia y busca limitar los tratamientos con medicamentos (obvio siendo muy responsable) que no necesita; se toma todo el tiempo del mundo en explicarte lo que pasa, lo que no y lo que puede pasar.
Así que mi mensaje es que busquen hasta que se sientan tranquilos, conectados, escuchados y respetados. No se queden con la primera persona, y menos por pena. Ellos saben, sí; ellos estudiaron para eso, sí; pero nosotros tenemos un instinto que no enseñan en ninguna parte, no permitan que lo callen…
nosotros tenemos un instinto que no enseñan en ninguna parte, no permitan que lo callen…