Crianza, Experiencias

Los prejuicios de género

Hace poco, mi hijo llegó de su jardín preguntándome si era cierto que el color rosado era sólo para las niñas. Él, con un poco de desconsuelo porque justo uno de sus colores favoritos es el rosado, pensó, por un momento, que no iba a poder seguir usándolo o que debía convertirse en niña para hacerlo. Hoy, en pleno siglo XXI, aun seguimos enseñándole a nuestros hijos que los colores tienen género.

aun seguimos enseñándole a nuestros hijos que los colores tienen género

Lógicamente, este momento se constituyó en una conversación más allá del color; en una oportunidad de recordarle que cualquiera, hombre o mujer, podría usar cualquier color y que eso no afectaba quién era o cómo se sentía. Pero, además, pudimos hablar de los juegos, los juguetes y, sobre todo, del respeto hacia las decisiones de los demás.

Yo, la verdad, no se desde cuando el rosado se reduce a si se es niño o niña. O da más delicadeza a algo, o (me perdonan y no quiero ofender a nadie) puede volver gay a un niño. Dejemos algo claro, el color que use tu hijo no definirá si será heterosexual, homosexual, o lo que sea en el futuro. Que juegue con muñecas o que tu hija juegue con carros, tampoco. Que tu hijo se defienda pegándole a otro no lo hace más hombrecito, sólo le enseñará que las cosas se resuelven a puños y no buscando soluciones pacíficas y, seguro, más eficientes.

no se desde cuando el rosado se reduce a si se es niño o niña

Así que, por mi parte, mi hijo podrá usar siempre el color que quiera, el juguete que quiera; y su formación seguirá basándose en el respeto al otro y a sí mismo.

Etiquetas: Género, Prejuicios, Respeto
Compartir
¡Conversemos!