Dentro de las preguntas que recibo en las asesorías está la famosa “Ya voy a regresar a trabajar, ¿lo acostumbro a que esté sin mí?” Y a mí me pasó lo mismo cuando se aproximaba la hora de entrar de nuevo a trabajar, a separarme de mi bebé más de 8 horas en el día, a mandarle su lechita en bolsitas, y extraerme en una sala de lactancia en la oficina (que fui muy afortunada de tenerla) lejos de él. Me pregunté muchas veces si era hora que otras personas lo durmieran, que tomara tetero en vez de pegarlo al pecho para que se acostumbrara a otra forma de alimentación, darle leche de fórmula por si no alcanzaba mi banco de leche (esto se los cuento en otra historia); pero en cada ocasión mi corazón se arrugaba y yo pensaba que iba en contra de lo lógico.
pero en cada ocasión mi corazón se arrugaba y yo pensaba que iba en contra de lo lógico.
Pero un día, leyendo cositas varias en Instagram, encontré algo que respondió a todas mis dudas y hoy, cada vez que me lo preguntan, respondo lo mismo. Imagínense que no hay bebé, que ustedes viven solas con su pareja y un día esa pareja les dice que debe hacer un viaje de unos 15 días a otra ciudad o país, a otro lugar donde no se podrán ver. Obviamente empezamos a pensar en que nos va a hacer mucha falta y empezamos a recibir comentarios como “Empieza a dormir lejos de tu pareja para que te acostumbres”, “no comas a la misma hora que tu pareja para que te haga menos falta”. Absurdo, ¿cierto? Quisiéramos pasar todo el tiempo que pudiéramos a su lado, aprovechar todas las noches para dormir juntos, todos los momentos para no separarnos porque sabemos que vamos a extrañar-NOS. Y entonces, ¿por qué llegamos a pensar diferente con nuestros hijos?
Oídos sordos y a disfrutar cada instante que nos quede con ellos antes de volver a nuestras labores, porque el tiempo que perdemos no regresa.
porque el tiempo que perdemos no regresa.
