Crianza, Experiencias

La calma en una pataleta

Nos han dicho que el mejor regalo que le podemos dar a nuestros hijos es la CALMA; calma en los momentos en que están en un desborde emocional, calma cuando tienen un “mal comportamiento”, calma cuando están tristes, calma en cada momento. Pero nunca nos dijeron que, para nosotros, estar en calma en esos momentos es mucho más complejo de lo que quisiéramos.

estar en calma en esos momentos es mucho más complejo de lo que quisiéramos

Por ahí, de hecho, hay un escrito que nos cuenta que la calma no es fácil, y que es el mejor regalo justamente porque implica que nos esforcemos por lograrla, por reaccionar diferente, por alterarnos menos, por tener la energía y la decisión para hacer los cambios necesarios para irla logrando.

Y es que estar en calma cuando nuestros hijos están tranquilos y las tareas que teníamos pendientes están listas es sencillo; pero cuando aun nos faltan muchas cosas por hacer, nuestros hijos quieren jugar con nosotros y, al decirles que no podemos, se ponen a llorar; ahí la calma se complica. Y las neuronas espejo son, en parte, responsables de que no sea tan sencillo reaccionar con calma hacia las pataletas, berrinches o desbordes emocionales.

Y las neuronas espejo son, en parte, responsables

Supongamos que estamos sin tareas pendientes y con el estrés controlado y por alguna razón, como que nuestro hijo quería el vaso verde en vez del vaso azul, empieza a llorar desconsoladamente, grita, se tira al piso y nos lanza un “mamá eres fea”. Nuestro primer pensamiento seguro será “Ay, pero por qué llora si no es para tanto” o “Que niño tan grosero y caprichoso”.

Ahora, la teoría dice “calma, acompáñalo en calma, sin gritos, tú eres el adulto”. Pero poco nos dicen que por medio de las neuronas espejo, las mismas que sirven para que el niño logre su paz al vernos tranquilos, nuestro cerebro empieza a recibir las emociones en revolución de nuestro chiquito y busca sentirse igual. Y tiene todo el sentido del mundo si pensamos que no hay mejor forma de acompañar a alguien que sintiendo lo mismo que está viviendo en ese momento.

En este punto, la calma viene por conciencia, por decisión, por entender que lo que estoy sintiendo es un reflejo de lo que siente mi hijo y que yo, como el adulto que soy, tengo la inteligencia emocional para reaccionar de una manera diferente a gritar, o pegar o morder o decirle “si sigues llorando así te voy a querer menos” (duro pero pasa).

la calma viene por conciencia, por decisión

No es sencillo, nos reta, nos lleva a buscar en nosotros aquello que tanto nos detona y a sanarlo, nos genera la necesidad de conectar realmente con nuestros hijos. Pero recuerda, nada que regale más calma que estar presente en cada uno de esos momentos, ofreciendo brazos, contención y amor, entregando la calma que sabemos no nos sobra.

*Imagen obtenida de Internet

Etiquetas: Berrinches, Calma, Desbordes emocionales, Emociones, Maternidad, Pataletas, Paternidad, Sanar
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